viernes, 28 de noviembre de 2025

Cuando la teoría se aleja del aula: el riesgo de los discursos simples. Las aulas específicas.

Últimamente, y lo digo con toda honestidad, me siento cansada. Cansada de ver cómo se cuestiona y se simplifica el trabajo de tantos profesionales que estamos cada día dentro de las aulas específicas. Cansada también de ver cómo a algunas familias se les hace llegar un mensaje parcial que no refleja la realidad. Y es que cuando ciertos discursos  ( a veces provenientes de empresas privadas o de voces que se presentan como referencia) se repiten lo suficiente, terminan emborronando el panorama completo de los centros educativos, que es mucho más complejo y más humano de lo que algunos quieren mostrar.

A veces escucho afirmaciones tan tajantes como que “no queremos a los niños en las aulas” o que las aulas específicas “son una exclusión” o incluso una “muerte social”.
Y, sinceramente, me sorprende. Me sorprende por su simpleza y porque suelen venir de personas que no pisan un aula desde hace años, o que lo hacen como visitantes esporádicos. Personas que, además, rara vez hablan del alumnado más gravemente afectado, ese que requiere una mirada profunda y un apoyo constante. Para proclamarse inclusivos, la verdad es que dejan fueran a un alumnado que necesita una intervención muy específica. Y sí, la necesitan. 
Decir que las aulas específicas existen para aislar es desconocer completamente su razón de ser. Estas aulas no nacen para separar, sino para dar respuesta educativa a niños que, en determinados momentos, necesitan un entorno con menos carga sensorial, con más estructura, más calma y apoyos intensivos. Y no porque “no puedan” estar en otros contextos, sino porque estar sin los apoyos adecuados puede ser tan excluyente como apartarlos sin motivo. Tenerlos en el aula únicamente ocupando un espacio físico es tan excluyente o más que sacarlos, pero claro este discurso no interesa a según que sectores que viven de vender determinados productos. 
De hecho, cada vez vemos más una tendencia preocupante: una inclusión forzada, que se reduce a colocar al alumno físicamente dentro del aula ordinaria, aunque no cuente con los apoyos, adaptaciones o tiempos necesarios. Y claro que no pasa en todos los casos, pero cuando sucede, las consecuencias son reales: desregulación, dificultades de comunicación, conductas que expresan malestar, sobrecarga para el grupo y, lo que más duele, niños que se “pierden” dentro de su propia aula sin que nadie llegue a verlo.
Frente a eso, un aula específica puede ser, y muchas veces es, una medida de protección, un lugar donde el niño encuentra herramientas para participar mejor en los entornos compartidos. Muchos de nuestros alumnos combinan tiempos en el aula específica con momentos en el aula ordinaria: asambleas, rincones, talleres, recreos, actividades conjuntas… Nada de “muerte social”. Son niños acompañados según sus necesidades, que es exactamente lo que debería ser la base de cualquier enfoque inclusivo.
Lo que más me preocupa es que, en algunos discursos, la inclusión se reduzca a una especie de “integración física”, como si todo se resolviera con que el niño esté sentado en el mismo espacio que los demás. Pero la inclusión no es una silla: es bienestar, es participación, es aprendizaje real, es disponer de apoyos adecuados. Y es, sobre todo, reconocer que la neurodiversidad no se puede meter en un molde rígido. No todos los niños necesitan lo mismo, ni al mismo tiempo, ni de la misma manera.
Por eso duele cuando se cuestiona a quienes trabajamos con ellos día tras día, en lo bueno y en lo difícil. En los días divertidos, en los días complicados y en los días en lo que todo fluye. Cuando se nos presenta como si no quisiéramos a nuestros alumnos, cuando precisamente somos quienes recibimos sus abrazos, sus avances, sus frustraciones y también sus mañanas moviditas. Quienes estamos con ellos años y años. Con ellos, no solo hablando de ellos. Mientras otros desde la distancia ya sea con un micro en la mano o escribiendo un libro, artículo o similar, solamente habla de ellos, desde lejos.
Las aulas específicas, bien gestionadas, no limitan la inclusión: la favorecen. Permiten un equilibrio razonado: tiempos en aula ordinaria, tiempos en aula específica, apoyos flexibles según el momento y el estado del niño. Esto reduce el estrés, favorece la generalización de aprendizajes y facilita una participación más auténtica en la vida del centro. No se trata de dogmas ni de modas, sino de realidades educativas.
Por eso, me parece injusto y profundamente simplificador afirmar que destinar recursos especializados “es una forma amable de excluir”. Lo que de verdad excluye es negar esos recursos. Y negar la enorme variabilidad que existe dentro del espectro. Así es como se pierde de vista que algunos niños necesitan apoyos especializados para poder participar, no para separarlos.
Y termino con algo que considero esencial:
Hablar de inclusión no puede hacerse desde eslóganes. La verdadera inclusión se construye con relaciones humanas, con oportunidades reales, con apoyos suficientes y con una respuesta educativa ajustada a cada niño. No con la ubicación física. No con generalizaciones. Y no con discursos que juzgan sin comprender.
Si alguien defiende que los niños deben quedarse sin los recursos que necesitan —incluidas las aulas específicas— está en su derecho de pensar así, pero desde luego está EXCLUYENDO A UN MONTÓN DE NIÑOS/AS, tengo bastante claro algunos de los responsables de las situación actual, inclusión forzada, reducida a integración física y sin recursos. Ese sector vive de eso.
El sector criticado, vivimos trabajando con esos niños/as. Que tristeza leer artículos como ese.
Feliz fin de semana, compañeros/as, familias… continuamos, trabajando desde la realidad que se desarrolla DENTRO DE LAS AULAS.
Un saludo: Belinda





lunes, 24 de noviembre de 2025

💫💫 Unificar códigos, apoyos, criterios y pautas para mejorar la inclusión en los centros💫💫

Como dice mi maestra, compañera y amiga Carolina Velasco, quizás más que hablar de inclusión, deberíamos hablar de convivencia desde la diversidad. No se trata de incluir a nadie, sino de aprender a convivir respetando las múltiples formas de ser, estar y aprender que conviven en nuestras aulas.

Criterios comunes: una mísma línea de trabajo

Tras más de veinte años de experiencia en distintos centros, he comprobado que uno de los factores que más contribuye a esa verdadera inclusión (o convivencia respetuosa) es acordar pautas comunes de trabajo a nivel de centro. Establecer criterios unificados no solo aporta coherencia pedagógica, sino que facilita la participación y el bienestar de todo el alumnado, especialmente de aquel que necesita estructuras más claras y predecibles. Cuando el profesorado rema en la misma dirección, el alumnado lo nota. Cuando cada aula funciona como un “mundo aparte”, también. Y en cada centro en el que he estado he intentado aportar mi granito de arena en este sentido.

Apoyos visuales que funcionan, no que adornan

A todo esto se suma algo fundamental: el uso de apoyos visuales con carácter funcional en todo el centro, no únicamente en aulas específicas, que (desgraciadamente) es dónde únicamente se entiende por toda la comundidad educativa que hay que usarlos. ¿Pero te has planteado que si no ocupan la vida de todo el centro difícil va a ser que sean inclusivos? Cuando los apoyos visuales (rutinas, paneles, apoyos visuales, referentes espaciales, temporales, anticipadores etc.) se emplean de manera coherente, FUNCIONAL y compartida, se convierten en herramientas poderosas para favorecer la comprensión y la autonomía del alumnado (NO, no son elementos decorativos). Del mismo modo, el uso de anticipadores en los días en los que suceden actividades diferentes (como salidas, excursiones o eventos especiales) ayuda enormemente, mejora la adaptación y prepara al alumnado para cambios que, para algunos, pueden resultar especialmente difíciles de gestionar. En definitiva, para muchos alumnos estos cambios son un terremoto emocional. Anticipar qué ocurrirá les da seguridad y reduce la ansiedad. ¡Y funciona para todos!

Son muchas las cosas que hay que unificar en un centro si realmente queremos que sea inclusivo. Y ahí los PTs y ALs tenemos mucho que aportar en esta labor de orientación y asesoramiento; pero sin la contribución, implicación y puesta en práctica conjunta del resto de docentes y profesionales, no es posible avanzar. La verdad es que he tenido la oportunidad de trabajar en muchos coles, y en varios de ellos me he encontrado con gente excepcional que se pone manos a la obra (no os quito de mi cabeza, “gran equipo de infantil”). Y en la actualidad vuelvo a encontrarme con personas maravillosas, que se implican, escuchan, proponen y trabajan para mejorar. Y así, adaptando, estamos.

Un ejemplo que transformó centros enteros

Quiero centrarme hoy en un ejemplo concreto que considero especialmente relevante en las primeras etapas educativas. Hace algunos años, desde la provincia de Granada y con el Equipo Especializado en TEA, trabajamos para unificar criterios en las aulas TEA de la provincia. En aquel momento no eran tantas como ahora, pero el trabajo coordinado y la labor de difusión que se realizó fue admirable, Alicia gracias por el trabajazo que te diste. Lo interesante fue que aquellas propuestas no solo llegaron a las aulas TEA, sino también a otras aulas específicas y, posteriormente, a aulas ordinarias.

Uno de los acuerdos fue establecer un código común de formas y colores para los días de la semana, de manera que en toda la provincia se utilizara la misma referencia visual:

Lunes → círculo rosa

Martes → triángulo amarillo

Miércoles → rectángulo rojo

Jueves → nube verde

Viernes → hexágono azul

Sábado y domingo → dos casas

Este sencillo acuerdo tuvo grandes repercusiones. Cualquier niño o niña que cambiara de aula encontraba el mismo código, lo que facilitaba la comprensión, la anticipación y la adaptación. Además, permitió ahorrar tiempo y recursos en la elaboración de materiales, ya que podían compartirse y reutilizarse fácilmente. Lo que comenzó en aulas TEA se extendió después a educación especial y a aulas ordinarias, generando una verdadera cultura de centro.

Y año más aquí estoy intentando dar continuidad. Algunas fotillos de aulas de mi actual centro educativo.




La incoherencia se nota, la coherencia también

En los últimos años, dentro de mi labor de asesoramiento y orientación, he seguido promoviendo esta idea en los centros en los que trabajo. En ocasiones, he encontrado situaciones en las que cada aula utilizaba un código diferente para los días de la semana, de modo que un mismo alumno podía encontrarse con hasta tres o cuatro sistemas distintos según el curso o la docente que le tocara a lo largo de su trayectoria escolar, incluso estando en el mismo centro.¡. Esta falta de coherencia no solo confunde al alumnado, sino que también dificulta la coordinación y la creación de materiales comunes.

Actualmente, estoy trabajando nuevamente con mis compañeros y compañeras para unificar estos criterios, tanto en las aulas específicas como en infantil, y extendiéndolos de forma digital a los primeros cursos de primaria. Dejo como ejemplo un Genially que en otros cursos escolares hemos utilizado para reforzar este código visual, especialmente útil en el paso de infantil a primaria. Así, los niños y niñas encuentran continuidad en algo que les resulta familiar, lo que favorece la seguridad y la motivación.



El enlace del genially lo tienes aquí  👉  PINCHA AQUÍ.

La verdadera inclusión se construye en equipo

En definitiva, creo que unificar estrategias, materiales y criterios de actuación (incluidos los apoyos visuales funcionales, los anticipadores y todas aquellas herramientas que favorecen la comprensión y la participación) es una de las claves para avanzar hacia centros verdaderamente inclusivos. No se trata de imponer modelos cerrados, sino de construir líneas comunes que den coherencia y estabilidad al trabajo educativo.

Un centro no debería ser un conjunto de “islotes” desconectados, sino un equipo que comparte una visión y un rumbo. Y, por supuesto, esto no implica renunciar a revisar o reformular aquellas prácticas que no están funcionando; al contrario, la reflexión compartida y la mejora continua son parte esencial de ese camino hacia una educación más inclusiva, más coherente y más humana.

Debe ser un equipo que comparte un rumbo.

Y ese rumbo, si queremos que sea inclusivo, deberá estar hecho de reflexión, de coherencia, de escucha y de mucha humanidad.

Gracias por leer hasta aquí.

Un abrazo. Belinda.


domingo, 23 de noviembre de 2025

Material ordenado listo para descargar.

Hola buenas noches a todos/as 

Hace unos días compartía en Instagram una publicación que hoy dejo aquí: ✨ Si te sirvió a ti, no te lo quedes compártelo✨


Y justo pasaba este material a un PEN y pensé la frase de arriba, que hace tantos años que me acompaña.

Así que lo subí y os dejo por aquí una recopilación de prácticamente todo el material, lista para descargar en un solo click 📥💥.

Podéis meterlo directamente en una tarjeta SD para tablet Android o en la memoria del iPad.

⚠️ Aviso útil: Son casi 4 GB, así que aseguraos de tener espacio.

Para poder usarlo necesitaréis Microsoft PowerPoint en el dispositivo desde el que vayáis a trabajar 📊📱💻.


Además, si sois de la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía, podéis solicitar vuestra cuenta de Microsoft (igual que la de g.educaand.es). Esta cuenta os da 100 GB gratis en la nube ☁️✨ y podéis trabajar el material directamente con PowerPoint online en caso contario, también podéis tener una cuenta gratuita con 5gb que si solo utilizáis para esto es más que suficiente.

¡Funciona de maravilla en las pizarras digitales nuevas que están instalando! 🖥️🚀

📌 Recordad: iré dejando varias una vez cada semana el enlace de descarga para que nadie se lo pierda 🔁😉.   💜👇 AQUÍ DEJO EL ENLACE DE DESCARGA👇💜  (HASTA EL JUEVES 18 DE DICIEMBRE, LO IRÉ ACTUALIZANDO POCO A POCO)

💛 ¡Gracias por estar siempre ahí!

Pd. No no tenéis que seguirme, tampoco darle a me gusta, ni comprometer a vuestros amigos ni mencionarles, no es necesario un pelo de unicornio, ni sangre de araña.... Solo busca el link y descárgalo. 

Un saludo: Belinda.

viernes, 7 de noviembre de 2025

Cuando lo accesorio se convierte en ruido: la carga cognitiva en la enseñanza de la lectura

En la enseñanza de la lectura y la escritura, uno de los errores más comunes es introducir elementos llamativos que no guardan relación directa con los sonidos ni con las letras. Imágenes, colores, símbolos o incluso personajes pueden parecer motivadores, pero en muchos casos aumentan la carga cognitiva del alumno, haciendo que su memoria de trabajo procese información irrelevante en lugar de centrarse en lo esencial.


La carga cognitiva y la memoria de trabajo en el aprendizaje lector

La teoría de la carga cognitiva (Sweller, 1988) nos recuerda que la mente tiene una capacidad limitada para manejar información nueva. Cuando saturamos el material con estímulos no directamente vinculados a la tarea de lectura (como sonidos, dibujos o instrucciones innecesarias), el cerebro del niño debe repartir su atención entre elementos útiles e irrelevantes.

                        El resultado es claro: más esfuerzo, menor aprendizaje.

Como señala Albert Reverter en Enséñame a enseñar, cuando la memoria de trabajo “se distrae con otros inputs”, el esfuerzo del niño se dispersa y el aprendizaje pierde foco. En otras palabras, enseñar bien a leer no consiste en añadir más estímulos, sino en eliminar los que sobran, para permitir que el cerebro se concentre en lo que realmente importa: construir el puente entre lo que se ve y lo que se oye.

Puedes profundizar en esta idea en el artículo de Investigación Docente sobre memoria de trabajo y carga cognitiva y en el blog de Albert Reverter https://mcguffineducativo.es, (enlace 1, enlace 2, enlace 3 a partir de ahí "tirad del hilo y seguid investigando").

Lo que la evidencia nos dice: centrarse en lo esencial

Las investigaciones en enseñanza de la lectura son claras: los métodos más eficaces son aquellos que se basan en la instrucción explícita y sistemática de la correspondencia entre letras y sonidos, acompañada de práctica guiada, retroalimentación constante y lectura con propósito.

En este sentido, el debate entre enseñar fonema a fonema o sílabas completas ha sido abordado por Juan Cruz Ripoll ¿Enseñar a leer fonema a fonema o a leer sílabas completas?

Lo esencial es respetar el principio alfabético y asegurar la práctica continua y significativa. La automatización es una meta crucial: cuando los procesos de decodificación se vuelven automáticos, el lector libera recursos cognitivos que puede dedicar a la comprensión. Sin esta automatización, la lectura sigue siendo un proceso costoso y poco fluido.

Evitar la sobrecarga: lo que recomiendan los expertos



En Métodos y manuales de enseñanza para el aprendizaje de la lectura: cómo elegirlos, Stanislas Dehaene y su equipo del Consejo Científico de la Educación Nacional de Francia ofrecen pautas muy concretas sobre cómo diseñar materiales eficaces para enseñar a leer.

En referencia a la temática de esta publicación,  entre sus recomendaciones destacan:

No sobrecargar la página con instrucciones que el niño no sepa leer (por ejemplo, “leo palabras”, “leo frases”, cuando la tarea es evidente).

No introducir grafías o dibujos inútiles (por ejemplo, “r → o → ro”; las flechas son aquí inútiles y constituyen un elemento de confusión. Es preferible manipular y combinar cartas o letras magnéticas).

Estas recomendaciones no solo son fruto del sentido común, sino de una profunda comprensión de cómo aprende el cerebro a leer.

Antropomorfización y otros riesgos visuales

Otro aspecto que aborda Dehaene es la antropomorfización de las letras, una práctica frecuente en muchos métodos de enseñanza temprana.

“Algunos métodos recurren a rostros o personajes para representar las letras. Cada letra se asocia a un personaje llamativo, cuya forma del cuerpo o del rostro evoca la letra correspondiente…”

Esta estrategia puede parecer divertida, pero no siempre es beneficiosa. Los estudios muestran que, aunque asociar una letra con un dibujo sencillo y representativo (por ejemplo, una S con forma de serpiente) puede facilitar la memorización, un exceso de elementos pictográficos o de “humanización” de las letras puede distraer la atención de los niños de las propiedades relevantes del objeto de aprendizaje.

A nivel cerebral, las áreas implicadas en el reconocimiento de rostros y de letras compiten entre sí durante el desarrollo lector, lo que puede dificultar la consolidación de la lectura si el material enfatiza lo visualmente llamativo sobre lo funcional.

Sobre esta cuestión de la antropomorfización ya hablamos con más detalle en otra entrada del blog, pero conviene recordarlo: todo lo que distrae del objetivo lector, resta.

En resumen,  menos decorado y más foco, por un lado, y menos ruido y más significado, por otro.

En la enseñanza de la lectura, lo importante no es hacer materiales más coloridos, sino más claros y funcionales. Reducir la carga cognitiva no significa restar belleza, sino dar espacio a la comprensión, la práctica y la automatización, pilares del aprendizaje lector eficaz.

Porque enseñar a leer no consiste en llenar la página de estímulos, sino en construir, paso a paso, el puente invisible entre lo que se ve y lo que se oye.

Feliz Viernes a todos/as.